martes, 25 de noviembre de 2008

Glamour


Parece que todo vuelve a la normalidad en la facultad y la gente vuelve a hablarme y a ser agradable. Aunque es un poco embarazoso que la gente cuente sus infidelidades así tan alegremente, después nos hemos reído muchísimo con las burradas que puede llegar a decirse la gente en la cama.

Aunque he dejado las minifaldas (que me hielo), tengo un pequeño club de fans, que Anna administra como si fuera mi secretaria personal(ella me presenta sólo a los chicos que quiere). Me niego a tener ninguna cita, no tengo ganas, pero admitimos sin pensarlo a los que se toman las negativas con elegancia. Me gusta estar de colegue con chicos también, aunque son más duros, se les nota que necesitan amigas chicas.

Pero la verdadera locura del día ha sido cuando se me ha caído la invitación a la fiesta. Las niñas se han vuelto locas, porque puedo llevar a 5 acompañantes más y todas quieren ir a la fiesta, todas quieren ir de compras y todas quieren maquillarnos. Anna está que no cabe dentro de sí por tener en la palma de la mano a este grupo de mojigatas (aún no las ha perdonado del todo). Yo no queria ir a la fiesta y seguro que es supercutre, pero a ver quién les dice que no a estas...

Y a ver quien le dice que no a doña Paola, que se ha negado a dejarme maquillarme y ha empezado a sacar vestidos de los armarios para dejarme... Yo me he negado, porque están impecables y deben costar una pasta, algunos son de alta costura, incluso y ella erre que erre.

- Mira, yo ya no los uso y un vestido está para lucirlo y seguro que te quedan muy bien!

- Pero seguro que lo rompo o me lo queman, doña Paola; además, no me van a entrar!

- No seas tonta, niña, la mujer mediterránea siempre ha sido una mujer con curvas. Además, ahora teneis sujetadores estupendos!

- Que no, doña Paola

- Venga, Nuria, pruébatelos.- doña Aurora esa mujer que le gusta decir la última palabra.

Estoy agotada después de toda la tarde probándome vestidos mientras tres ancianas adorables comen tarta y me ponen pegas y se meten unas con otras por lo gordas que se han puesto. Y a ver quien se niega a quedarse alguno de estos (maravillosos) vestidos.

Y ahora voy con un vestido carísimo y me da miedo hasta respirar. Un vestido y guantes y taconazos. Quiero volver a mis pantalones de vestir y mis corbatas! El señor del taxi nos mira mal a todas, porque somos unas folloneras. Las chicas italianas no salen, pero el resto...

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