martes, 23 de agosto de 2011

Confesiones matutinas


Después de desayunar con Anna, me fui a ver a Doña Aurora, que seguro que necesitaba algo. Como seguía sin moto, me di un paseo hasta casa (que mi culo empezaba a ponerse fofo de tanta pasta y tan poco ejercicio. Mi perspectiva de la ciudad era algo diferente, habían pasado muchas cosas aquí, ya no era todo nuevo, aunque seguiría sorprendiéndome siempre, seguro.

Doña Aurora estaba mucho mejor, con ganas de levantarse y hacer cosas, lo cual es síntima inequívoco de recuperación. Pero no pensaba dejarla levantarse, así que hice un café para las dos (milagrosamente salió bien, que yo no había utilizado hasta ese momento una cafetera italiana ni ninguna otra)y le estuve contando el problema de Anna y su novio, que nos dejó bastante cariacontecidas y pensativas a las dos.

Anna era una de mis mejores amigas en Italia, pero doña Aurora me había contado su secreto, así que me armé de valor y me preparé para que me regañase y me dijese que soy lo peor, que es como me sentía y me siento sobre el tema que me hizo irme de España un tiempo.

- Anoche le conté a Anna mi problema en España, pero quiero que usted lo oiga, doña Aurora, aunque después no piense tan bien de mí como piensa ahora.

Ella me tomó la mano, me miró con esos inmensos ojos azules y me sonrió.

- Cariño, llevas semanas cuidando de nosotras, preocupándote por una panda de viejas gruñonas y aguantando que fisgoneemos en tus asuntos, no creo que hayas hecho nada para que deje de quererte a estas alturas.

No se vale que te digan esas cosas, porque entonces te emocionas, te quedas sin voz y es mucho peor.

- Bueno, a ver por donde empiezo. Yo tenía un novio en España, le quería mucho, pero nos veíamos muy poco porque siempre tenía algo que hacer o estaba cansado.

Doña Aurora levantó una ceja con aire inquisitivo.

- No, no me engañaba, eso hubiese sido hasta cierto punto más justo, más creíble y mejor para mi autoestima. El caso es que discutíamos mucho, pero no le dejaba, porque era mi primer novio y quería que saliese bien y esperaba que las cosas mejorasen... y en la Universidad estaba rodeada de chicos, porque siempre me han gustado las películas de acción, los libros de fantasía y estaba en una asociación de todo esto.

Asintió para indicarme que sabía de qué iba el frikismo en general.

- Y conocí más chicos y eran encantadores y pasan cosas, porque la universidad es algo mágico, donde todo es nuevo o al menos a mí me lo parecía y todo era mágico y había momentos superbonitos que no pasaba con mi novio. Eso hizo que tuviese que alejarme de varios amigos (la historia entera era demasiado larga y no venía al caso). Con uno de ellos discutía constantemente porque decía que mi novio no me merecía y yo le decía que lo unico que quería por mi bien era acostarse conmigo. Mi novio había sido mi primero, pero no podía dejar de sentirme halagada porque se fijasen en mí y más siendo tan inteligentes y guapos como eran todos.

"Un día pasó que mi novio por Navidades me dejó tirada y le dejé. Estuve con el chico que me decía que mi novio no me merecía pero la cosa no cuajó poqrue yo quería un caballo blanco y margaritas amarillas y el me decía que además de romanticismo necesitaba divertirme y que si estaba con él volvería a estar en una relación y no disfrutaría de mi juventud. Tenía razón, pero me cabreé igual porque en ese momento necesitaba sentirme una princesa, por primera vez en mi vida.

"Mi exnovio me convenció, como siempre, para que volviese con él. Cuando quería, era el novio más encantador del mundo durante varios meses y luego volvíamos a lo mismo. Pero mi soltería no salió como esperaba y estaba harta de estar hecha un guiñapo por los rincones. Pero todo lo bueno se acaba y mi novio (otra vez) volvió a dejarme tirada por una fiesta.

Cogí aire porque ahora iba lo bueno.

- El caso es que en esa fiesta hice las paces con mi amigo el que me decía que me lo pasase bien y disfrutase y por cosas de falta de espacio y desconocimiento del anfitrión, acabé durmiendo con él y... bueno. No sería tan grave sino hubiese sido porque horas antes me había perdido con otro chico con el que siempre había tenido mucho feeling.

Doña Aurora me miraba y yo a ella y luego al café muy rápido.

- Dejaste a tu exnovio por fin?
- Si.
- Le contaste lo ocurrido?
- No, le dejé por el motivo real, que era que no me hacía caso, no quería ser la mala de la relación y tampoco quería hacerle daño contándole los detalles.
- Hiciste bien, tendrías que haber dejado antes a tu exnovio, pero sé cómo son algunos hombres anulando voluntades.

Hipé un poco, cada vez que lo contaba era más doloroso, Anna había estado callada todo el rato anoche y había sido más fácil...

- Y tus dos amigos?
- Pues con uno lo hablé y quedamos en ser amigos y que tenía que disfrutar de mi vida (volvimos a discutir, obviamente). Con el otro hablé y me pidió salir, me dijo que no pasaba nada y que yo seguía siendo libre aquella noche.
- Entonces cual es el problema?
- Pues que me siento muy mal, siento que utilizo a la gente, que no tengo valor para afrontar las cosas y que hago daño a todo el mundo.
- Pero si ellos se portaron muy bien contigo y fueron muy compresivos...

Tenía razón, pero no podía dejar de sentirme una guarra y una tonta por haber mantenido una relación sin futuro tanto tiempo.

- Si me permites un consejo, aparte del de no sentirte culpable, es que no se lo cuentes a Alex, a no ser que te quieras quedar a vivir aquí en Italia o que quieras mantener una relación a distancia. Diviértete como dijo tu amigo, déjaselo claro y sed el uno para el otro unos meses para recordar siempre.

Tenía sentido, pero no sabía cómo se lo tomaría Alex ni si quería tener otro momento amoroso para recordar.

sábado, 20 de agosto de 2011

Un poco de azúcar


Una vez escuché que no sale nada bueno de las cosas que se hacen después de las dos de la mañana. Es verdad en parte, yo soy una muestra de ello (ya os enterareis). Pero es igualmente cierto que las verdaderas amistades nacen cuando te quedas hablando con alguien a las tantas de la mañana y te cuentas todo.

Y la noche con Anna era de contárselo todo, porque me había elegido para pedirme consejo y consuelo en una situación jodida de verdad. Nunca nadie me ha sido infiel (que yo sepa), pero imagino que uno se debe sentir MUY mal y además no te tienen que quedar ganas de contar que han pasado de tu cara de una forma tan fea y tan rastrera.

Así que cuando dimos cuenta de la deliciosa pizza que nos había preparado Alex y de sendas tarrinas de helado y parecía que mi amiga se había calmado (qué cara tenía la pobre, toda hinchada y roja y esos ojos azules tan tristes...), me dispuse a irme para dejarla dormir tranquila, pero me pidió que me quedase porque no quería dormir sola (iba a proponérselo, pero no sé cómo van esas cosas en Alemania) y tras tomarnos un par de copazos nos fuimos a dormir.

Es un decir que nos fuimos a dormir, porque yo tengo un defecto (jaja, uno solo, me meo yo sola de la risa)y es que cuando me voy a dormir a casa de un amigo, me gusta hablar antes de dormirme. Afortunadamente para Anna y para mí, ella tenía la misma costumbre... y me estuvo contando cómo conoció a su novio y el verano que tenía pensado cuando volviese a Alemania.

Jo, yo también quiero independizarme en una casa con huerto ecológico jopetas.

Después de hablar de ella, me tocaba el turno a mí y casi lo agradecí, acabé llorando como una tonta, pero mucho más a gusto que guardándomelo todo para mí. Hablando las cosas una se siento mejor (infinitamente) y te da cierta perspectiva (aunque yo seguía sin saber cómo solucionar el lío que dejé atrás).

Por fin, nos quedamos dormidas las dos y cuando nos levantamos al día siguiente mi anfitriona me obligó a probar un capuccino. Alex va a descuartizarme y echar mis restos a las gaviotas romanas cuando sepa que me gusta el capuccino. Pero es que me obligaron a probarlo! (es una tontuna, pero con azúcar todo sabe mejor, hacedle caso a Mary Poppins).

Maldita arpía, ahora me obliga a quedar con Alex y contarle lo que la conté anoche y no puedo alegar que estaba borracha ni drogada ni nada. Aunque, claro, es raro que me importe tanto lo que piensa si mi gran plan era tirármelo y ya. Pues mis ideas son una mierda, la verdad.

También me obligó a contarle que tal Alex en la cama, sucia putilla. No, en serio, tengo que enmendarme y no pensar en esas cosas, que solo me traen disgustos. Puedo ser amiga de Alex y ya está, mejor así, solo colegas sin besos. Me lo ha dicho el croissant que me estoy tomando.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

martes, 23 de noviembre de 2010

lunes, 15 de marzo de 2010

El Desembarco de Normandía



Conseguí que Anna se tranquilizase lo justo para que me hablase en un idioma que entendiese y le dije que en seguida estaba en su casa. Qué puñetera casualidad, semanas sin nada que hacer y ahora todo el mundo me quiere para algo. No es que me queje de que mis amigas tengan crisis, como si las quisieran tener, pero jooope... Me giré hacia Alex.

- Oye, tengo que irme, Anna está histérica y creo que le vendrá bien una tarde de chicas.
- Bueno, si quieres, te llevo y hablamos en el coche.

Era una gran oferta, sobre todo porque mi moto está rota (por eso llamé a Alex, soy una perra interesada, lo sé). Aun así, hice como que me lo pensaba.

- Vale, pero deja que me cambie, en un momento estoy.

Casualmente la camiseta que encontré tenía un poco de escote más de lo que sería normal para ir a ver a una amiga. El pijama de Kitty se lo había buscado solito. Mientras tanto, mi modelo de Calvin Klein particular había recogido todo.

Nos montamos en su coche (sé que un par de cortinas se movieron mínimamente y estoy tentada de decir que con aprobación)y nos dirigimos a casa de Anna.

- ¿Por donde iba?
- Que me vuelvo a España y no sabes qué hacer conmigo.
- Ah, eso.

Y se quedó callado! Sino fuera porque tenía una amiga en problemas y porque igual me hacía daño yo también, le hubiese estrangulado.

- En realidad, es que no sé qué quieres tu tampoco y creo que deberíamos hablarlo tranquilamente en terreno neutral.

Tenía muchísima razón, aunque una parte de mí sabía que iba a evitar ciertos temas y que igual me ponía demasiado tonta con otros, pero bueno, ahora estaba a otras cosas.

- Creo que tienes razón... y gracias por traerme, no hacía falta.

Me miró y luego alzó la vista al cielo. Entonces, llegamos a casa de Anna.

- Bueno, pues aquí es.
- ¿Subo contigo?
- Igual no quiere ver hombres.
- Bueno, pero os puedo preparar la bebida o cocinaros una pizza, que después de estas cosas os da hambre.

Minipunto para el modelo de Calvin Klein.

Así que subimos, y efectivamente, Anna no miró a Alex, que se escabulló a la cocina y nos puso dos martinis en la mano y volvió a escabullirse. Mientras tanto, Anna hipaba.

- ¿Pero qué ha pasado?
- Me ha dejado! El muy cabrón me ha dejado! -y cogió el milésimo tissue.
- Pero vamos a ver, ¿cómo que te ha dejado Gus? ¿No será que te ha dado el mal? ¿No dijimos que no se discutía por webcam? - la verdad es que era un poco raro que el no fuese nunca a verla y ella hubiese ido dos veces a Berlín y que su relación era algo tormentosa, no porque fuese abierta, sino porque tenían a veces unos pollos tremendos.
- No, no, que está con otra. - y ahí curiosamente, se serenó.
- ¿Pero no teníais una relación abierta?

Anna cogió aire, como si soltándolo más rápido fuese a doler menos.

- Parece ser que no, que estaba a dos bandas y que ahora el hippie liberal quiere una relación formal, estable y monógama con la tía con la que me la ha estado pegando estos 6 meses.
- Hijo de puta.
- Hijo de puta.

Nos bebimos de un trago la copa y fui a por más a la cocina, Alex estaba cocinando y estaba tan sexy... incluso estando en fase de "odio a los hombres" solo por solidaridad.

- Jopes, gracias! qué bien huele! - me miró sonriendo y manchado de harina en la cara. No le quites la harina, no le quites la harina...
- ¿Y tu que haces en mi casa? - uuuuuh.
- Es que me ha traído y se ha ofrecido a hacernos la cena.
- ¿Y cómo que te ha traído a casa? ¿tu no tienes moto? ¿Es que ahora es taxista?
- No, de verdad, no te enfades, es que vino a casa para hablar conmigo y tengo la moto rota...

Estaba cogiendo aire para pegarme una bronca como sólo una alemana ecologista y feminista puede hacerlo, cuando me sonó el móvil. Era un mensaje, de Alex.

- ¿Los móviles pueden mandar mensajes con varios días de adelanto?
- Que yo sepa, no.
- Entonces, ¿es que Alex tiene superpoderes y puede decirme que no quiere verme más mientras hace pizza?

Anna arqueó una ceja y miró a un atónito Alex.

- ¿Cambiaste de número cuando te robaron el móvil?
- Si, así me cambiaba de compañía...
- ¿Y anulaste el otro?
- Pues no lo sé...
- ¿Pero cómo puedes ser tan animal? - Anna se estaba engorilando. Mientras la sujetaba, la bombilla se encendió en mi cabeza.
- ¿No será nuestra amiga Chiara que ataca de nuevo?
- Oye, tu exnovia está chalada.

Después de esto, Alex nos echó de la cocina como si de Doña Aurora se tratase y luego nos trajo la pizza y se fue, dejándonos algo de intimidad para ver 200 veces seguidas Love Actually y Orgullo y Prejuicio. Anna me lanzó una mirada asesina para que fuese a despedirle a la puerta.

- Oye, muchas gracias, de verdad.
- No te preocupes, me alegro de que Anna esté mejor. No es culpa suya, su novio es un imbécil.
- Ya. ¿Oye, cuándo quieres quedar para que hablemos?
- Te llamo, vale? antes quiero darle un poco más de cuerda a Chiara para que se ahogue sola.
- Vale.

Y nos besamos, en la boca. Y se fue.

Ay.