lunes, 15 de marzo de 2010

El Desembarco de Normandía



Conseguí que Anna se tranquilizase lo justo para que me hablase en un idioma que entendiese y le dije que en seguida estaba en su casa. Qué puñetera casualidad, semanas sin nada que hacer y ahora todo el mundo me quiere para algo. No es que me queje de que mis amigas tengan crisis, como si las quisieran tener, pero jooope... Me giré hacia Alex.

- Oye, tengo que irme, Anna está histérica y creo que le vendrá bien una tarde de chicas.
- Bueno, si quieres, te llevo y hablamos en el coche.

Era una gran oferta, sobre todo porque mi moto está rota (por eso llamé a Alex, soy una perra interesada, lo sé). Aun así, hice como que me lo pensaba.

- Vale, pero deja que me cambie, en un momento estoy.

Casualmente la camiseta que encontré tenía un poco de escote más de lo que sería normal para ir a ver a una amiga. El pijama de Kitty se lo había buscado solito. Mientras tanto, mi modelo de Calvin Klein particular había recogido todo.

Nos montamos en su coche (sé que un par de cortinas se movieron mínimamente y estoy tentada de decir que con aprobación)y nos dirigimos a casa de Anna.

- ¿Por donde iba?
- Que me vuelvo a España y no sabes qué hacer conmigo.
- Ah, eso.

Y se quedó callado! Sino fuera porque tenía una amiga en problemas y porque igual me hacía daño yo también, le hubiese estrangulado.

- En realidad, es que no sé qué quieres tu tampoco y creo que deberíamos hablarlo tranquilamente en terreno neutral.

Tenía muchísima razón, aunque una parte de mí sabía que iba a evitar ciertos temas y que igual me ponía demasiado tonta con otros, pero bueno, ahora estaba a otras cosas.

- Creo que tienes razón... y gracias por traerme, no hacía falta.

Me miró y luego alzó la vista al cielo. Entonces, llegamos a casa de Anna.

- Bueno, pues aquí es.
- ¿Subo contigo?
- Igual no quiere ver hombres.
- Bueno, pero os puedo preparar la bebida o cocinaros una pizza, que después de estas cosas os da hambre.

Minipunto para el modelo de Calvin Klein.

Así que subimos, y efectivamente, Anna no miró a Alex, que se escabulló a la cocina y nos puso dos martinis en la mano y volvió a escabullirse. Mientras tanto, Anna hipaba.

- ¿Pero qué ha pasado?
- Me ha dejado! El muy cabrón me ha dejado! -y cogió el milésimo tissue.
- Pero vamos a ver, ¿cómo que te ha dejado Gus? ¿No será que te ha dado el mal? ¿No dijimos que no se discutía por webcam? - la verdad es que era un poco raro que el no fuese nunca a verla y ella hubiese ido dos veces a Berlín y que su relación era algo tormentosa, no porque fuese abierta, sino porque tenían a veces unos pollos tremendos.
- No, no, que está con otra. - y ahí curiosamente, se serenó.
- ¿Pero no teníais una relación abierta?

Anna cogió aire, como si soltándolo más rápido fuese a doler menos.

- Parece ser que no, que estaba a dos bandas y que ahora el hippie liberal quiere una relación formal, estable y monógama con la tía con la que me la ha estado pegando estos 6 meses.
- Hijo de puta.
- Hijo de puta.

Nos bebimos de un trago la copa y fui a por más a la cocina, Alex estaba cocinando y estaba tan sexy... incluso estando en fase de "odio a los hombres" solo por solidaridad.

- Jopes, gracias! qué bien huele! - me miró sonriendo y manchado de harina en la cara. No le quites la harina, no le quites la harina...
- ¿Y tu que haces en mi casa? - uuuuuh.
- Es que me ha traído y se ha ofrecido a hacernos la cena.
- ¿Y cómo que te ha traído a casa? ¿tu no tienes moto? ¿Es que ahora es taxista?
- No, de verdad, no te enfades, es que vino a casa para hablar conmigo y tengo la moto rota...

Estaba cogiendo aire para pegarme una bronca como sólo una alemana ecologista y feminista puede hacerlo, cuando me sonó el móvil. Era un mensaje, de Alex.

- ¿Los móviles pueden mandar mensajes con varios días de adelanto?
- Que yo sepa, no.
- Entonces, ¿es que Alex tiene superpoderes y puede decirme que no quiere verme más mientras hace pizza?

Anna arqueó una ceja y miró a un atónito Alex.

- ¿Cambiaste de número cuando te robaron el móvil?
- Si, así me cambiaba de compañía...
- ¿Y anulaste el otro?
- Pues no lo sé...
- ¿Pero cómo puedes ser tan animal? - Anna se estaba engorilando. Mientras la sujetaba, la bombilla se encendió en mi cabeza.
- ¿No será nuestra amiga Chiara que ataca de nuevo?
- Oye, tu exnovia está chalada.

Después de esto, Alex nos echó de la cocina como si de Doña Aurora se tratase y luego nos trajo la pizza y se fue, dejándonos algo de intimidad para ver 200 veces seguidas Love Actually y Orgullo y Prejuicio. Anna me lanzó una mirada asesina para que fuese a despedirle a la puerta.

- Oye, muchas gracias, de verdad.
- No te preocupes, me alegro de que Anna esté mejor. No es culpa suya, su novio es un imbécil.
- Ya. ¿Oye, cuándo quieres quedar para que hablemos?
- Te llamo, vale? antes quiero darle un poco más de cuerda a Chiara para que se ahogue sola.
- Vale.

Y nos besamos, en la boca. Y se fue.

Ay.

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