sábado, 20 de agosto de 2011

Un poco de azúcar


Una vez escuché que no sale nada bueno de las cosas que se hacen después de las dos de la mañana. Es verdad en parte, yo soy una muestra de ello (ya os enterareis). Pero es igualmente cierto que las verdaderas amistades nacen cuando te quedas hablando con alguien a las tantas de la mañana y te cuentas todo.

Y la noche con Anna era de contárselo todo, porque me había elegido para pedirme consejo y consuelo en una situación jodida de verdad. Nunca nadie me ha sido infiel (que yo sepa), pero imagino que uno se debe sentir MUY mal y además no te tienen que quedar ganas de contar que han pasado de tu cara de una forma tan fea y tan rastrera.

Así que cuando dimos cuenta de la deliciosa pizza que nos había preparado Alex y de sendas tarrinas de helado y parecía que mi amiga se había calmado (qué cara tenía la pobre, toda hinchada y roja y esos ojos azules tan tristes...), me dispuse a irme para dejarla dormir tranquila, pero me pidió que me quedase porque no quería dormir sola (iba a proponérselo, pero no sé cómo van esas cosas en Alemania) y tras tomarnos un par de copazos nos fuimos a dormir.

Es un decir que nos fuimos a dormir, porque yo tengo un defecto (jaja, uno solo, me meo yo sola de la risa)y es que cuando me voy a dormir a casa de un amigo, me gusta hablar antes de dormirme. Afortunadamente para Anna y para mí, ella tenía la misma costumbre... y me estuvo contando cómo conoció a su novio y el verano que tenía pensado cuando volviese a Alemania.

Jo, yo también quiero independizarme en una casa con huerto ecológico jopetas.

Después de hablar de ella, me tocaba el turno a mí y casi lo agradecí, acabé llorando como una tonta, pero mucho más a gusto que guardándomelo todo para mí. Hablando las cosas una se siento mejor (infinitamente) y te da cierta perspectiva (aunque yo seguía sin saber cómo solucionar el lío que dejé atrás).

Por fin, nos quedamos dormidas las dos y cuando nos levantamos al día siguiente mi anfitriona me obligó a probar un capuccino. Alex va a descuartizarme y echar mis restos a las gaviotas romanas cuando sepa que me gusta el capuccino. Pero es que me obligaron a probarlo! (es una tontuna, pero con azúcar todo sabe mejor, hacedle caso a Mary Poppins).

Maldita arpía, ahora me obliga a quedar con Alex y contarle lo que la conté anoche y no puedo alegar que estaba borracha ni drogada ni nada. Aunque, claro, es raro que me importe tanto lo que piensa si mi gran plan era tirármelo y ya. Pues mis ideas son una mierda, la verdad.

También me obligó a contarle que tal Alex en la cama, sucia putilla. No, en serio, tengo que enmendarme y no pensar en esas cosas, que solo me traen disgustos. Puedo ser amiga de Alex y ya está, mejor así, solo colegas sin besos. Me lo ha dicho el croissant que me estoy tomando.

No hay comentarios: