miércoles, 15 de octubre de 2008

La trampa


El ambiente con doña María y doña Aurora está mucho más hostil de lo que pensaba. Me han hecho un pequeño gesto con la cabeza y se han metido a casa a todo correr. Doña Paola está de compras y no he querido acompañarla. Le recuerdo demasiado a su problema con sus hermanas y he decidido dejarla sola unas horas. Además, así me libro de que quiera comprarme toda la tienda. Que me sabe mal con la pensión que debe tener.

Así que me he refugiado en casa de Elisabetta, Elisabetta es la mayor de todas mis vecinas, debe rondar los ochentailargos, es delgada como un junco, pero muy vital. Sus rizos blancos parecen los de las estatuas. Ha encendido su gramola (porque es ella, sino, se la robaría) y sus discos antiguos. Ha visto mi cara de consternación esta mañana y cuando he vuelto de la universidad y de arreglar unas cosas del trabajo (sigo sin estar en nómina de Armani), me ha dado la merienda.

Me ha sorprendido la firmeza de su mano al asir mi muñeca, cuando me he puesto cabezona y no he querido merendar, pero mi resistencia ha sido en vano. Ahora ella está en su mecedora, bordando una mantelería (tiene cientos guardadas en un arcón)mientras canturrea para sí. Pero me observa, mi abuela hacía lo mismo.

- Nuria, cariño, dime una cosa.

- Lo que quiera Elisabetta.

- Lo que quierasss Elisabetta.

- Perdón.

- No pasa nada, querida, pero me gusta más esta época que cuando todo el mundo se trataba de usted. Nuria, tú tienes amigas?

La miré sin saber qué decir.

- Unas cuantas.

- En España?

- Sí.

- Amigas de verdad?

- Por supuesto.

Tengo mucha más facilidad para hablar con chicos que con chicas, pero a la larga los lazos que establezco con ellas son más profundos.

- Y aquí en Italia?

- Todas mis compañeras en el comedor son chicas.

- Pero no salís de compras, ni os llamais ni nada. Es muy raro que no hayas montado una fiesta siendo como eres.

- No lo he hecho por no molestarlas.

- Creo que deberías hacer una fiesta y traer a tus amigas... y a tus amigos. Será divertido poder prepararla.

Había sido una conversación de lo más inocente, pero no pude evitar oír el chasquido de una trampa al cerrarse.

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